5. Do you have a boyfriend?!

Mi sueño fue interrumpido por el timbrado de mi teléfono.

Pude sacar mi pesada mano de debajo de las coberturas y en dirección de donde provenía el exasperante ruido. Logré coger a tientas el aparato. Lo traje junto a mi oreja que permanecía oculta del sol igual que el resto de mi cuerpo.

-¿Aló? -dije tomando conciencia de lo seca que estaba mi boca.
-¡Carajo, qué rica resaca!
-¿Quién eres? -pregunté aún aturdido, en posición fetal y con los ojos cerrados bajo las sábanas.
-¡La voz de tu conciencia!

Fue allí cuando reconocí la voz de Fernando.

-Huevón…
-¡¿Para eso chupas?!
-¿Por qué me llamas tan temprano? -fue lo único coherente que me dejó articular el retumbar de mi cabeza.
-¡¿Temprano?! Estás loco, es tardísimo. Acabo de llegar casi al final del buffet del Mangos. Si supieras los chibolos ricos que han venido con sus familias… Muchas señoras regias, también.

Una de los dones de los que alardea Fernando era su casi sobre humano talento de no tener estragos después de una noche de fiesta. Cualidad que sólo era superada por su envidiable aguante del alcohol. En todo el tiempo que nos conocíamos, sólo lo había visto borracho una vez. En aquella oportunidad, tuvo que bajarse de mi auto -en realidad, el BMW de mi siempre ausente padre- para vomitar porque no quería manchar los interiores de cuero. Por lo general, cuando consumía alcohol, mi malvado hermanastro sólo permanecía «alegrón» y más excitado que de costumbre. Sí, todavía más.

Las palabras de Fernando se volvieron un lejano murmullo cuando mi cerebro me trajo los entre-cordatos detalles de la noche anterior.

En un momento de la noche y con un Vodka Lime en la mano -creo que era mi cuarto-, caminé entre las personas conocidas y hacia al balcón con el objetivo de tomar aire. Extrañamente, el alcohol siempre me daba ganas de sonreír como un tarado. De repente, un chico me cogió el brazo.

-¡Hola!

Me demoré 2 incómodos segundos en reconocerlo. Había engordado un poquito.

-¡Hola! ¿Cómo estás? ¡A los años! -exclamé demasiado efusivo. Cosas del alcohol.
-Bien. No sabía que estabas invitado. Me da gusto verte por aquí.
-Sí pues, fue cosa de último momento. -Pude decir con una constante sonrisa alcoholizada.

Se llamaba Miguel y fue uno de los encontrones de Fernando quien, como buen amigo y después de hacer el debido control de calidad, me lo recomendó. Pruébalo a ver si te gusta-recuerdo que me dijo.
Lo conocí, terminamos por enredarnos un par de veces hace muchos años atrás. Ahora, por el contrario, lo único que provocaba hacer con él era hablar.

-Te quiero presentar un amigo. Ha venido de visita desde EEUU y ya se va en estos días.

Seguí la dirección que apuntaba la mano de Miguel y encontré a un chico bajo -demasiado para mi gusto-, delgado, de cabellos semi largos y negros, de ojos rasgados y EXTREMADAMENTE sonriente. Un chino-americano-pensé. EW.

-Hi! Do you speak english?

A pesar de tener los sentidos entumecidos por 4 tragos previos, su pregunta me dejó muy en claro su opción y sus intenciones. Pasivo y quiere conmigo.

Aún sin poder borrar la sonris de borracho de mi rostro, respondí con un incómodo Yes.

-Oh my god! -exclamó justo antes de acercarse y abrazarme efusivamente, american style. -Nice to meet you! -dijo la china.

Creo que el chico estaba entusiasmado por el hecho de hablar con alguien en su lengua materna y mis sospechas fueron más allá cuando traté de buscar a Miguel para incrustarle una mirada de odio pero lo encontré en el balcón con otro chico menos afeminado, nada asiático y MUY presentable. Yo le gustaba a la chino-china y le había pedido a Miguel que nos presente.

-Do you have a boyfriend?!

No pude dejar de pensar en mi celibato involuntario de los últimos meses. Por más que lo mio se pudiese interpretar como «fidelidad», no había dejado a nadie en el continente europeo. Yo me consideraba soltero, abierto a cualquier cosa que pase MENOS a una relación. Al menos por el momento. Desgraciadamente las cosas no se habían presentado.

-Yes -respondí sonriente y falsamente apenado. Tenía que mentirle.

Giré la cabeza y encontré a mi grupo de amigos riéndose entre sí. Pensé que se estaban riendo de algún comentario o de alguna situación graciosa de la reunión pero luego deduje que en realidad se estaban burlando de MI y de lo «graciosa» que era mi situación.

Voltee para finalizar la conversación con este peculiar personaje pero encontré su rostro con una deforme expresión de tristeza que me recordó a los personajes de Manga.

-Well, I gotta go look for my friends. See you around!

Traté -sin éxito- de caminar en línea recta hasta donde se encontraban mis amigos buscando refugio, palabras de alivio y camaradería pero encontré sus comentarios de siempre.

-Ay querida, ¿qué hacías hablando con esa pasiva? ¡Bien fea esa china!
-Déjalo Darío, son sus gustos. -se pronunció Fernando con una falsa solidaridad.
-No sabía que te gustaban así.-dijo Adrián sonriendo burlonamente. Creo que había hablado demasiado con Fernando y Darío.

Para no responderles con algo indebido, acabé de un solo trago lo último de mi vaso. No sé porqué pero el alcohol siempre me hace sonreír. Sobre todo si tomo 3 ó 4 vasos en dos horas.

-Toma querida, otro trago para que olvides el mal rato.
-Gracias Debora. Tú siempre queriendo emborrachar a los hombres.
-¿Hombres? ¿Dónde hay hombres? ¿Lo dices por ti? ¡Ay mamacita, yo quiero un hombre de verdad!
-¿Para la verdadera mujer que llevas dentro? -se pronunció Fernando sin desperdiciar la oportunidad que le daba su ex.

El último recuerdo que tuve de la noche fue el sabor ácido del vodka con jugo de naranja que me sirvió Darío.

-¿Antoine?
-Perdón Fernando, ¿qué me preguntaste?
-¿Te salió algo con Adrián? Se fueron juntos y…

No escuché el final de la frase de Fernando porque saqué mi cabeza de debajo de las sábanas. Cuando mis ojos se adaptaron a la luz me pude dar cuenta que el lugar donde estaba me era completamente extraño.
No había pasado la noche en mi cama. Mi habitación era un poco más pequeña y tenía otros muebles. En el piso, unas prendas muy parecidas a las que usé para la reunión hicieron que me diera cuenta que sólo tenía puesto mi ropa interior en ese momento.

Me alarmé aún más cuando vi la sombra de una persona que se acercaba a la habitación donde acababa de despertar.

-¿Fernando? -dije listo para ponerlo al tanto de lo que me había pasado.
-¿Si? -preguntó toscamente, como si estuviese comiendo algo.

Mi miedo fue reemplazado por una extraña mezcla de sorpresa y alegría cuando pude ver al fin la cara de quien venía a buscarme a la habitación.

-Te llamo luego. -dije antes de colgar.